Los especialistas tienden a pensar que la tan conocida «alergia al polen», típica de la primavera, en realidad tiene más que ver con los contaminantes ambientales que con ese elemento de las flores. La mayoría de estos medicamentos es de venta libre, pero no todos tienen el mismo efecto.
Si las flores son el símbolo de la llegada de la primavera, las narices rojas y congestionadas son su síntoma menos romántico, pero no el menos efusivo. Si bien las enfermedades alérgicas del aparato respiratorio y la piel pueden provocar manifestaciones durante todo el año, en la primavera predominan los síntomas en las vías aéreas superiores.
La típica rinitis alérgica es una inflamación de la mucosa nasal que pica y produce una descarga por lo general acuosa. Los estornudos se suelen dar al levantarse, los olores no se perciben por la permanente congestión, que dificulta también el ejercicio del sentido del gusto. Y los ojos lloran y se ponen rojos sin que la persona llore.
De acuerdo con datos de la Asociación Argentina de Alergia e Inmunología, tiene este tipo de alergias entre el 10 y el 20% en la población en general y entre el 2 y el 10% en la población escolar. Y la incidencia pico confirma su imagen de afección típica de primavera, porque se da sobre todo en los jóvenes pos-adolescentes.
En otras partes del mundo los expertos sostienen que el número de afectados aumenta año tras año y que en el término de un lustro, la mitad de los europeos padecerán este tipo de alergias. Pero que las causas no pasarían por características vinculadas con el polen, sino más bien con la polución ambiental. La alergia es el resultado de la exposición a factores del ambiente a los que la persona se halla especialmente sensibilizado.
Esos factores, a los cuales se va a llamar entonces «alergenos», que no tendrían ningún efecto en personas normales «no alérgicas» desencadenan en las personas alérgicas la producción de inmunoglobulina E, un anticuerpo que hace que el sistema inmunológico reaccione de esa manera desmesurada ante lo que considera una agresión. Cuando esa reacción ocurre específicamente con la llegada de la temporada cálida y se manifiesta principalmente con los síntomas descritos, recibe los nombres populares de «fiebre del heno» o «resfrío de verano». El sospechoso mayor.
El polen está formado generalmente de partículas muy pequeñas y puede ser trasladado fácilmente por el viento. Los pólenes más «agresivos» pueden provenir de los árboles, las gramíneas (cañas) y malezas. Los árboles comienzan a producir estas partículas, que contienen las gametas masculinas para fecundar a las flores, al final del invierno y comienzos de la primavera, generalmente durante unas cuatro semanas. Las cañas y los pastos lo hacen un poco después, entre octubre y noviembre, en un período que dura entre ocho y doce semanas, según el clima. Las malezas producen el polen del verano y del otoño, y duran generalmente hasta la primera helada.
Pero actualmente los especialistas en salud respiratoria están poniendo más la atención en los llamados «irritantes inespecíficos»: el humo del cigarrillo, los aerosoles, los contaminantes ambientales y los cosméticos. También los ácaros del polvo, las cucarachas y los pelos de animales están bien «rankeados» como alergenos. El ácaro es un arácnido de respiración traqueal, que muchas veces es parásito de otros animales o plantas. Anda cerca de la gente porque se alimenta de las pequeñas descamaciones de la piel, y los desechos resultantes son los componentes más importantes del polvo doméstico. Almohadas, colchones, cubrecamas, muebles tapizados, pisos alfombrados y peluches son sus «viviendas».
Para que haya ácaros del polvo tiene que haber una humedad relativamente alta en el ambiente, entre un 60 y un 80%. Por eso la humedad es otro de los factores que puede facilitar la aparición de reacciones alérgicas, y por eso ventilar la casa puede ayudar mucho para aliviar esos ataques. Posibilidades de tratamiento Los antihistamínicos, que se utilizan contra la picazón, los estornudos y la rinorrea, deben ser utilizados con precaución, según un instructivo de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT). Como todo medicamento, pueden producir efectos adversos: sedación, sueño, aumento del apetito, retención urinaria y, en algunos casos, interacciones con otros medicamentos produciendo alteraciones cardíacas.
Los des-congestivos, tanto orales como locales, deben utilizarse sólo durante períodos cortos, según e advierte, porque pueden producir insomnio o aumento de la tensión arterial. Las gotas nasales pueden hacer bajar el nivel de azúcar en la sangre en los niños, produciendo mareos y desmayos. En los ancianos pueden ocasionar trastornos de la tensión arterial y arritmias. Y en general podrían acarrear acostumbramiento y rinitis medicamentosa, empeorando así la obstrucción nasal. Con los corticoides de uso local, que sirven para calmar la inflamación, se debe tener sumo cuidado y sólo deben usarse bajo receta médica. Su abuso puede producir incluso alteraciones en el ritmo del crecimiento. Las vacunas para el tratamiento de las alergias (inmunoterapia) deben ser indicadas por médicos especialistas.
FERNANDA BARRO GIL
Fuente: Diario Rio Negro
Los especialistas tienden a pensar que la tan conocida «alergia al polen», típica de la primavera, en realidad tiene más que ver con los contaminantes ambientales que con ese elemento de las flores. La mayoría de estos medicamentos es de venta libre, pero no todos tienen el mismo efecto.
Si las flores son el símbolo de la llegada de la primavera, las narices rojas y congestionadas son su síntoma menos romántico, pero no el menos efusivo. Si bien las enfermedades alérgicas del aparato respiratorio y la piel pueden provocar manifestaciones durante todo el año, en la primavera predominan los síntomas en las vías aéreas superiores.
La típica rinitis alérgica es una inflamación de la mucosa nasal que pica y produce una descarga por lo general acuosa. Los estornudos se suelen dar al levantarse, los olores no se perciben por la permanente congestión, que dificulta también el ejercicio del sentido del gusto. Y los ojos lloran y se ponen rojos sin que la persona llore.
De acuerdo con datos de la Asociación Argentina de Alergia e Inmunología, tiene este tipo de alergias entre el 10 y el 20% en la población en general y entre el 2 y el 10% en la población escolar. Y la incidencia pico confirma su imagen de afección típica de primavera, porque se da sobre todo en los jóvenes pos-adolescentes.
En otras partes del mundo los expertos sostienen que el número de afectados aumenta año tras año y que en el término de un lustro, la mitad de los europeos padecerán este tipo de alergias. Pero que las causas no pasarían por características vinculadas con el polen, sino más bien con la polución ambiental. La alergia es el resultado de la exposición a factores del ambiente a los que la persona se halla especialmente sensibilizado.
Esos factores, a los cuales se va a llamar entonces «alergenos», que no tendrían ningún efecto en personas normales «no alérgicas» desencadenan en las personas alérgicas la producción de inmunoglobulina E, un anticuerpo que hace que el sistema inmunológico reaccione de esa manera desmesurada ante lo que considera una agresión. Cuando esa reacción ocurre específicamente con la llegada de la temporada cálida y se manifiesta principalmente con los síntomas descritos, recibe los nombres populares de «fiebre del heno» o «resfrío de verano». El sospechoso mayor.
El polen está formado generalmente de partículas muy pequeñas y puede ser trasladado fácilmente por el viento. Los pólenes más «agresivos» pueden provenir de los árboles, las gramíneas (cañas) y malezas. Los árboles comienzan a producir estas partículas, que contienen las gametas masculinas para fecundar a las flores, al final del invierno y comienzos de la primavera, generalmente durante unas cuatro semanas. Las cañas y los pastos lo hacen un poco después, entre octubre y noviembre, en un período que dura entre ocho y doce semanas, según el clima. Las malezas producen el polen del verano y del otoño, y duran generalmente hasta la primera helada.
Pero actualmente los especialistas en salud respiratoria están poniendo más la atención en los llamados «irritantes inespecíficos»: el humo del cigarrillo, los aerosoles, los contaminantes ambientales y los cosméticos. También los ácaros del polvo, las cucarachas y los pelos de animales están bien «rankeados» como alergenos. El ácaro es un arácnido de respiración traqueal, que muchas veces es parásito de otros animales o plantas. Anda cerca de la gente porque se alimenta de las pequeñas descamaciones de la piel, y los desechos resultantes son los componentes más importantes del polvo doméstico. Almohadas, colchones, cubrecamas, muebles tapizados, pisos alfombrados y peluches son sus «viviendas».
Para que haya ácaros del polvo tiene que haber una humedad relativamente alta en el ambiente, entre un 60 y un 80%. Por eso la humedad es otro de los factores que puede facilitar la aparición de reacciones alérgicas, y por eso ventilar la casa puede ayudar mucho para aliviar esos ataques. Posibilidades de tratamiento Los antihistamínicos, que se utilizan contra la picazón, los estornudos y la rinorrea, deben ser utilizados con precaución, según un instructivo de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT). Como todo medicamento, pueden producir efectos adversos: sedación, sueño, aumento del apetito, retención urinaria y, en algunos casos, interacciones con otros medicamentos produciendo alteraciones cardíacas.
Los des-congestivos, tanto orales como locales, deben utilizarse sólo durante períodos cortos, según e advierte, porque pueden producir insomnio o aumento de la tensión arterial. Las gotas nasales pueden hacer bajar el nivel de azúcar en la sangre en los niños, produciendo mareos y desmayos. En los ancianos pueden ocasionar trastornos de la tensión arterial y arritmias. Y en general podrían acarrear acostumbramiento y rinitis medicamentosa, empeorando así la obstrucción nasal. Con los corticoides de uso local, que sirven para calmar la inflamación, se debe tener sumo cuidado y sólo deben usarse bajo receta médica. Su abuso puede producir incluso alteraciones en el ritmo del crecimiento. Las vacunas para el tratamiento de las alergias (inmunoterapia) deben ser indicadas por médicos especialistas.
FERNANDA BARRO GIL
Fuente: Diario Rio Negro